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Foto del escritorKarla Vanessa Alfaro

El argumento: una mediación para el aprendizaje de las Ciencias


En esta primera parte voy a introducir el argumento como ese primer elemento fundamental para el desarrollo del pensamiento científico.

Hay diversas posturas con respecto a los propósitos de las clases de ciencias, la Política Educativa y la Política Curricular de Costa Rica, a partir del proceso de transformación curricular, han brindado un norte claro sobre ese propósito, el cual es el desarrollo de habilidades en la persona estudiante, para que desde la clase de ciencias se pueda promover, potenciar el pensamiento científico y contribuir con una cultura científica.

Pero, ¿cómo podemos hacer esto? Mediante el argumento, que consiste en un diálogo, un discurso o un proceso de evaluación, que tiene como propósito otorgarle un papel indispensable al proceso de aprender a aprender, al logro de pensamiento crítico y de pensamiento sistémico. Con el empleo de la argumentación, la persona docente abre un espacio para la construcción de saberes; convirtiéndose de esta manera, en una herramienta, que le permite, a la persona estudiante, apropiarse de las fundamentaciones y modelos que explican la realidad que los rodea y la construcción de nuevo conocimiento. Así pues, el aprendizaje mediante la utilización del argumento deviene en un proceso de aprendizaje que adquiere sentido para ellos y ellas (aprendizaje significativo), con lo cual la motivación se convierte en un elemento que enriquece su experiencia, apropiándose de ella.

La base para una buena argumentación se alcanza al promocionar en el estudiantado la comprensión de cómo aprende y cuál es su estilos de aprendizaje (metacognición) y la forma cómo establezco las prioridades de mi proceso de aprendizaje particular (autorregulación), ambas son medios que posibilitan el monitoreo, la evaluación y el control de sus producciones. Estas dimensiones del aprendizaje deben ser objeto de enseñanza, en consecuencia, es imprescindible generar las actividades que la persona estudiante pueda poner en acción, desde un aprendizaje participativo y constructivo, esto es, mediante un proceso de construcción colectiva del conocimiento.

Además, para ello se requiere superar la visión de la ciencia como un conjunto de conceptos acabados, inamovibles o verdades absolutas. Hay que reconocer que la ciencia busca dar respuesta a lo que ocurre a su alrededor, desde una mirada intuitiva de la persona investigadora, como sujeto cognoscente, que vive en un contexto histórico social, político, económico y cultural. Esto hace posible una acción comunicativa entre todos los participantes de la relación pedagógica –en todas sus dimensiones existenciales- que genera el diálogo como centro gravitacional del proceso pedagógico. En esta perspectiva, la argumentación adquiere sentido para definir qué conversar, qué discutir, qué refutar o qué indagar.

Bruner (1997) (citado por Liberman, 2016), plantea que se utilice la narración en el ejercicio de la mediación de las ciencias. La define “como una forma de pensar, como una estructura para organizar nuestro conocimiento y como un vehículo en el proceso de la educación, particularmente en la enseñanza de las ciencias”. Desde esta visión, la narración, como estrategia para la argumentación, permite a la persona estudiante crear un proceso narrativo en donde se pueda hilvanar ideas, comprobarlas, corregirlas, aclararlas, negociar significados y generar argumentos. De esta manera la argumentación a través del recurso de la narración se convierte en un proceso de construcción de significados comunes para toda la comunidad educativa.

En el proceso anteriormente descrito, se puede utilizar recursos, como estrategias didácticas, tales como la metáfora, la fábula, los cuentos, las descripciones, y otros similares, para utilizar los contextos, proposiciones, concepciones, imágenes mentales, teorías y demás conocimientos científicos previos que posee la persona estudiante; con estos recursos didácticos se abre a la oportunidad de crear espacios que propicien los aprendizajes de una manera semejante a lo que sucede en la vida cotidiana de una persona científica. En síntesis, se trata de estimular estados intencionales en donde tienen un papel relevante las creencias, los deseos, los compromisos y los conocimientos de cada persona, enriquecidos con la participación de diversas disciplinas científicas (contexto interdisciplinario) y desde una concepción pedagógica de carácter colaborativo.

Según el propósito de este blog, estaré ampliando algunos contenidos y temas relativos al proceso educativo en Ciencias y desde luego, será de mi agrado estar recibiendo consultas, sugerencias y otras indicaciones para el enriquecimiento de este espacio, de nuestra práctica docente y el mejoramiento del proceso de aprendizaje de la persona estudiante.

Referencias

Liberman, D. 2016, ¿Narrar la ciencia? En https://www.unicen.edu.ar/content/%C2%BFnarrar-la-ciencia

Revel, A. 2016. La argumentación de la enseñanza en ciencias. En https://www.unicen.edu.ar/content/la-argumentaci%C3%B3n-de-la-ense%C3%B1anza-en-ciencias

La enseñanza de la argumentación en ciencias: un proceso que requiere cambios en las concepciones epistemológicas, conceptuales, didácticas y en la estructura argumentativa de los docentes. En https://www.redalyc.org/pdf/1341/134129372003.pdf

Cuaderno de indagación en el aula y competencia científica. En https://sede.educacion.gob.es/publiventa/PdfServlet?pdf=VP15094_19.pdf&area=E.


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